LA MUERTE CATRINA
México es reconocido internacionalmente por su riqueza multicultural y por las tradiciones que todavía conservan los pueblos indígenas que habitan el país. Una delas celebraciones que particularmente atrae las miradas de públicos extranjeros sobre todo, es la Noche de Muertos. Y es que la noción que tenemos sobre la muerte en nuestro país difiere de la concepción occidental, ésta la hemos heredado de los pueblos prehispánicos. Michoacán, cuna de uno de los imperios más grandes del México prehispánico, el P’urhépecha, aún conserva un calendario amplio de celebraciones tradicionales que tienen que ver con la cosmovisión de esta cultura viva. Es justo de este pueblo que, de acuerdo con la Mitología Tarasca de José Corona Núñez, nace la celebración de la noche de muertos. La historia cuenta que el día consagrado a los muertos, los antiguos mexicas subían al techo de sus casas para llamar a gritos a sus antepasados. Seguido a esto se colocaban alimentos y flores amarillas “color del oro dedicado al sol” en las puertas de las viviendas como ofrenda para los espíritus que bajaban a convivir con los vivos. Después de la evangelización, los pueblos indígenas adoptaron elementos cristianos, teniendo lugar un sincretismo entre sus creencias y las nuevas impuestas. Así, se establecieron nuevas fechas para la celebración de estos ritos, reduciendo sólo a dos días esta tradición: el 1 de noviembre para la celebración de todos los santos y el 2 de noviembre dedicado a los fieles difuntos. Desde entonces y con el paso del tiempo se han presentado cambios en las ofrendas y en los elementos que éstas contienen, variando según la región del país. Además de los altares y las ofrendas típicas para la noche de muertos existen otras representaciones culturales contemporáneas que aluden a la figura de la muerte. Una de ellas es la calavera literaria, una composición en verso de carácter pícaro y burlón. Pero sin duda, la figura más representativa de la muerte es el famoso grabado conocido como “La Catrina”, creada por José Guadalupe Posada y nombrada luego por Diego Rivera. La figura de La Catrina nace como una parodia de la clase alta mexicana en la época del porfiriato. La imagen fue creada para mofarse de todo aquel pretencioso con aires y atuendos europeos. Posada la pinta elegante, portando un vistoso sombrero adornado con plumas y flores, accesorio imprescindible en el atuendo fino de principios del siglo XX. Después Rivera, en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, pinta al pequeño Diego tomado de la mano de La Catrina, mientras que Frida le cuida la espalda al artista tocando su hombro. En esta obra, Rivera deja ver dos elementos importantes en el atuendo de La Catrina: la moda refinada de la clase adinerada y la serpiente emplumada (Quetzalcóatl) que cuelga de su cuello representando a las culturas prehispánicas de nuestro país. Posada hizo populares a sus calaveras al dibujarlas en diferentes contextos. Creó escenarios de la vida cotidiana en los que las calaveras interactuaban. Ya sea bailando o andando en bicicleta, embriagándose en cantinas o vestidas para la lucha revolucionaria, las calaveras de Posada dieron a la figura de la muerte diferentes connotaciones. Así, La Catrina podía aparecer no sólo con ánimos tristones o de luto, sino también podía vestirse de fiesta, coquetear con los mortales e impresionarlos hasta dejarlos “sin aliento”. La Catrina, a través de periódicos y fanzines, se convirtió pronto en un ícono de la cultura popular mexicana, pues el pueblo se apropió su figura y la convirtió en imagen representativa y alegórica de la muerte, pero de una muerte mexicana. La Catrina es la perfecta combinación de ideologías indias y mestizas que en conjunto dan forma al pueblo mexicano. En la Catrina se refleja esa esencia festiva que caracteriza al mexicano, quien ha decidido restarle peso a la figura lúgubre que representa la muerte dándole color, endulzándola, haciéndola cantar. Muchos son ya los nombres con los que popularmente se le conoce a la muerte, pues ni ella se ha podido librar del ingenio mexicano. Además de inventar sobrenombres, en México también somos dicharacheros. Existe una larga lista de refranes populares referentes a la muerte y que han conseguido mantenerse entre generaciones gracias a la tradición oral. En el mundo, la muerte puede significar de manera directa una pérdida, pero sólo en México nuestra Catrina da y quita. Si bien se lleva con ella la vida, se puede pensar en lo que de esos cuerpos se queda. Memorias, imágenes, sentimientos. Pero además de eso, La Catrina se muestra generosa dotando de identidad a todos los mexicanos, va sin prisas, pues no le teme al tiempo, porque el tiempo no pasa por ella, ella pasa a través del tiempo.
La Muerte Catrina De Carmen Moreno Cárdenas extracción de revista Vías.
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