jueves, 7 de noviembre de 2013

LA ROSA BLANCA, JÓVENES ALEMANES EN CONTRA DE HITLER




En 1943, la Segunda Guerra Mundial estaba en su momento álgido; mientras tanto, en Múnich, centro del poder nazi, un grupo de estudiantes había iniciado una campaña de resistencia pasiva.

Liselotte Furst-Ramdohr, ya viuda a la edad de 29 años tras la muerte de su marido en el frente ruso, fue presentada al grupo la Rosa Blanca por su amigo Alexander Schmorell.


"Todavía puedo ver a Alex cuando me hablaba del grupo", dice Furst-Ramdohr, ahora una vivaz mujer de 99 años. "Nunca utilizó la palabra 'resistencia', sólo dijo que la guerra era terrible, con las batallas y tanta gente muriendo, y que Hitler era un megalómano y que por tanto tenían que hacer algo".

Schmorell y sus amigos Christoph Probst y Hans Scholl habían comenzado a escribir folletos en los que animaban a los alemanes a unirse en la resistencia frente al régimen nazi.

Con la ayuda de un pequeño grupo de colaboradores, distribuyeron los panfletos en direcciones postales seleccionadas al azar del directorio telefónico.

Furst-Ramdohr cuenta que el grupo no podía entender cómo el pueblo alemán había sido tan fácilmente conducido a apoyar al partido Nazi y su ideología.

"Debieron darse cuenta de lo mal que estaban las cosas, era ridículo", dice.

La Rosa Blanca distribuyó personalmente los folletos que correspondían a las direcciones de la zona de Múnich y los envió a otras ciudades a través de mensajeros de confianza.

Furst-Ramdohr nunca repartió los folletos ella misma pero los escondió en un armario para escobas en su apartamento.

También en su vivienda ayudó a Schmorell a hacer plantillas en las que se leía "¡Abajo Hitler!, y en las noches del 8 y 15 de febrero de 1943, la Rosa Blanca pintó grafitis con el mismo eslogan en paredes de todo Múnich.

Furst-Ramdohr evoca a los activistas, que arriesgaban sus vidas por sus ideas, como jóvenes e ingenuos.

Uno de los más conocidos miembros del grupo es la hermana más pequeña de Hans Scholl, Sophie, cuya historia fue posteriormente el tema central de una película nominada a los Oscar, "Sophie Scholl: los días finales". Furst-Ramdohr recuerda que Sophie estaba tan asustada que dormía en la cama de su hermano.

"Hans tenía también mucho miedo, pero querían seguir adelante por Alemania, amaban su país", señala.

Los hermanos al descubierto

El 18 de febrero, Hans y Sophie Scholl pusieron en marcha su misión más temeraria. Planificaron distribuir copias de su texto -que resultaría ser el último- folleto en la Universidad de Múnich, para que los estudiantes lo vieran al salir de sus clases. 


Los hermanos dejaron pilas de folletos alrededor de la escalera central. Pero cuando llegaron a lo más alto de las escaleras, Sophie todavía tenía algunos panfletos y los lanzó por el balcón para que cayeran sobre los estudiantes que estaban abajo.

Fue vista por un conserje, que llamó a la Gestapo, la policía secreta del régimen. Hans Scholl tenía el borrador para otro folleto en su bolsillo e intentó tragárselo, pero la Gestapo fue demasiado rápida.

Los hermanos Scholl fueron detenidos y juzgados en una sesión extraordinaria del Tribunal del Pueblo. Fueron hallados culpables y guillotinados junto con su amigo y colaborador Christoph Probst el 22 de febrero de 1943.

Las últimas palabras de Hans Scholl antes de morir fueron: "¡Viva la libertad!".

El resto del grupo la Rosa Blanca entró en pánico. Alexander Schmorell se dirigió directamente al apartamento de Lilo Forst-Ramdohr, donde la joven lo ayudó a conseguir otra ropa y un pasaporte falso. Schmorell intentó huir a Suiza pero tuvo que dar marcha atrás a causa de la intensa nieve.

De vuelta en Múnich, fue capturado después de ser reconocido por una ex novia al entrar en un refugio antiaéreo durante un bombardeo. Fue detenido y posteriormente ejecutado.

La propia Lilo Furst-Ramdohr fue arrestada el 2 de marzo del mismo año. "Dos hombres de la Gestapo vinieron al apartamento y lo pusieron todo patas arriba", comenta.

"Revisaron mis cartas, y entonces uno de ellos dijo: 'Me temo que tendrá que acompañarnos'".

"Me llevaron en tranvía a la cárcel de la Gestapo en el Palacio Wittelsbach – estaban de pie detrás de mi asiento para que no pudiera escapar".

Furst-Ramdohr pasó un mes bajo custodia de la Gestapo. La interrogaban con regularidad sobre su papel en la Rosa Blanca, pero eventualmente la dejaron en libertad sin cargos – un golpe de suerte que ella relaciona con el hecho de ser viuda de guerra y con la probabilidad de que la Gestapo esperaba que los condujera hacia otros conspiradores. Tras su puesta en libertad, fue seguida por la policía secreta durante un tiempo,

Entonces, abandonó Múnich por Aschersleben, cerca de Leipzig, donde se volvió a casar y abrió un teatro de marionetas.

El último folleto de la Rosa Blanca fue extraído de Alemania e interceptado por las fuerzas aliadas, con el resultado de que en el otoño de 1943 millones de copias fueron lanzadas desde el aire sobre Alemania por un avión aliado.

Desde el final de la guerra, los miembros de la Rosa Blanca se han convertido en figuras de renombre, conforme la sociedad alemana ha buscado modelos positivos del período nazi.

Pero a Furst-Ramdohr no le gusta. "En aquel momento, nos habrían ejecutado a todos", dice refiriéndose a la mayoría de sus compatriotas.

Ahora vive sola en una pequeña ciudad a las afueras de Múnich, donde continuó dando clases de baile hasta la edad de 86 años.

Su amigo Alexander Schmorell fue beatificado por la Iglesia Ortodoxa rusa en 2012.

"Se habría reído fuerte si lo hubiera sabido", dice Furst-Ramdohr. "No era un santo, era sólo una persona normal".


El movimiento de resistencia lo formó en 1942 un grupo de estudiantes de la Universidad de Múnich y su profesor.

Horrorizados por el nazismo, escribieron y distribuyeron folletos en los que urgían a los alemanes a oponerse al régimen de Hitler.

También pintaron frases contra los nazis en edificios de Múnich.

Produjeron seis folletos antes de su arresto.

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